Independiente de la idea de una crisis mundial, de una pandemia que no tiene compasión de nada reformular las estructuras establecidas fue uno de los grandes retos de unas empresas que intentan ser resilientes, ¿reformar las oficinas? ¿es más barato el teletrabajo? ¿hay oportunidades de empleo? ¿desde casa donde no tengo nada? ¿una oficina biosegura?
Muchas son las preguntas, sin embargo, en una economía cada vez más resiliente desde que se cumplieron los primeros minutos del 2021 demuestra que hay una inversión cada vez mayor en infraestructura, aunque en la primera mitad del 2020 se vio que hubo una caída en la inversión de un 13% en infraestructura con 953 dólares en promedio, solo fueron unos pasos hacia atrás para tomar el impulso que supuso en el mercado europeo, una inesperada inversión del 102% sobre las inversiones hechas en 2019 que eran de 1094 dólares en promedio.
Este impulso se puede describir en la historia de medianas y grandes empresas que luchan por una planta física, cómoda para sus trabajadores y clientes, con bioseguridad, pero a la vez con mucha estética, que aporte a la marca; el retorno a la presencialidad dejó de ser un común para convertirse en una forma de experiencia sobrenatural para los clientes.
Según Profamilia en Colombia el 53% que teletrabajan o que han tenido ansiedad, fatiga y excesivo estrés; regresar a la presencialidad propone un reto sobre como proveer una experiencia donde ya la expresión “siéntete como en casa”, pasó de ser un aliciente a ser un cuento de terror.
Pensar en un diseño de interiores que produzca paz desde sus colores, hasta el tacto en las superficies donde se encuentren trabajadores y clientes es la respuesta hacia el posicionamiento de una experiencia basada en los sentidos trastornados de personas que se encuentran ‘presas’ en contra de su voluntad por un virus sensorial..