El 2021 hereda del 2020 formas de vida, trabajo y formas de convivir muy distintas a las conocidas hasta 2019, donde espacios y usos sus tradicionales quedaron desmontados, como las viviendas, asociadas a la vida privada y el descanso, las oficinas y ‘coworkings’, concebidos como lugares donde trabajar y establecer sinergias, para el esparcimiento y la socialización, todo esto ha tenido que reinventarse para adaptarse a unos límites ahora difusos, que también se reflejan a la hora de concebir las oficinas.
Frente a los aspectos que esperamos que sean temporales – como el distanciamiento o la mascarilla que han evolucionado nuestras formas de convivir, también han nacido novedosas formas de concebir los espacios de nuestras oficinas. Hay otros aspectos más profundos, que se han relacionado con la flexibilidad y la capacidad de adaptación, que permanecerán en el tiempo. De ello podemos decir que nace una combinación de los conceptos negocios + ocio en un mismo espacio, y esto incluye ocio en oficinas propias o zonas de coworking y networking en contextos laborales.
Si hace unos años, el coworking revolucionó el mercado laboral, al incorporar las denominadas ‘amenities’ al entorno laboral, ahora las oficinas apuestan por una cada vez mayor flexibilidad, espacial y de gestión. “Los contratos tradicionales, rígidos y de larga duración, están desapareciendo, y los inmuebles reducen las zonas de oficinas privativas a favor de otras comunes y de relación”, explica Oscar Fernández, Head of Business Development PDS de Cushman & Wakefield. Aunque a priori esta tendencia parece que puede disminuir las ganancias, en realidad las incrementa, al generar un valor añadido a través de la experiencia de usuario, que motiva al trabajador a ir a la oficina y donde el diseño juega un papel fundamental.
Si hasta hace poco, el diseño de las oficinas estaba condicionado por el pragmatismo y el número de personas por metro cuadrado, desde hace un tiempo existen análisis de coste y productividad que, tras el nacimiento de los coworkings y la posterior llegada de la pandemia, el enfoque se ha trastornado mucho más experiencial.
Los espacios híbridos proponen una inclusión de 360° para los empleados y usuarios que acceden a la marca, muebles redondos, diseños que incluyan espacios y diseños que incluyan las necesidades digitales como lugares para la distribución de cables, pantallas para video conferencias, mesa de reuniones y espacios de socialización; esta tendencia se relaciona a su vez con el uso de la madera como alternativa que provee dinamismos en el traslado y reacomodación de las oficinas según sus necesidades. El diseño de tipo industrial es ese claro ejemplo de corte moderno con la ligereza y libertad que se necesita
Flexibilidad y transversalidad, tanto a nivel hogar como oficina en espacios sociales o privados, son dos palabras clave de una realidad híbrida y en constante cambio. El trabajo ya no estará asociado a una única función o localización, sino a un ecosistema de ubicaciones que permitirá trabajar desde, cómo y cuándo se necesite, ya sea desde la cafetería de la empresa o la sala de juntas, todos unos espacios que provean de fuerza y versatilidad a la marca. Entornos más humanos y personalizados, donde la tecnología, la sostenibilidad junto con un diseño y equipamiento híbrido de inclusión tecnológica y humana converjan, que sean reconfigurable y versátiles permitiendo rentabilizar al máximo el espacio disponible.
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