¡Juntos, pero no revueltos! En tiempos donde la COVID trastornó nuestra idea del trabajo y de los espacios en donde se ‘debería’ o no trabajar, sin embargo, aunque el teletrabajo fue una solución temporal, la urgente presencialidad obliga a encontrar alternativas que no solo provean protocolos de bio-seguridad sino que intensifiquen las conexiones humanas y sobre todo que no dependan de un diseño estándar sino de un impulso a la alternancia que provea espacios de relajación, creatividad y que se encuentren optimizados para reuniones.
El concepto de simplicidad en el puesto de trabajo y eficacia del espacio se cumple a la perfección en los espacios modulares, que consisten en el empleo de un espacio abierto que cuente con los muebles suficientes para proveer, espacios de reunión, espacios semiprivados y lugares de almacenamiento, de esta forma las oficinas pueden mantener el distanciamiento social sin perder las conexiones humanas tan necesarias después de muchos meses de pandemia.
Desde la inclusión de jardines de interiores, muebles de maderas hasta lucir los cables eléctricos que se centran en un solo espacio central, las divisiones son casi imaginarias y la apuesta es ubicar muebles multiusos al mismo tiempo que estos se pueden transformar en mesas para oficinas o archivos para aquellos que deban acumular libros o grandes piezas de papelería.
En definitiva, los cubículos artificiosos son cosa del pasado, es hora de optimizar las líneas, vernos las caras, incluir mucha luz después de una etapa oscura; por eso la inclusión de un diseño de muebles que se encuentren dentro de la misma oficina que sean de uso exclusivo para la socialización se hace importante.
La inclusión de pequeñas mesas para bebidas, lámparas que iluminen mejor los espacios y decoración amigable con el medio ambiente son unas de las apuestas de los espacios modulares que buscan un progreso 360 en las dinámicas laborales.
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